Cómo aprovechar los recursos de la tierra sin abusar de ella, una guía del pueblo Selk'nam
El pueblo Selk'nam, lejos de estar extinto, sigue visibilizando parte de su legado cultural. Su visión del ecosistema como parte de un todo y no al servicio del ser humano; la importancia de aprovechar los recursos naturales que existen en el territorio, sin acabar con ellos. Les dejamos un recorrido al corazón de la alimentación de este pueblo vivo de Tierra del Fuego.
La comida era sagrada porque tenía un vínculo directo con la sobrevivencia. Existía un sentimiento de gratitud con el animal sacrificado. “Antiguamente siempre había fuego y en el fuego siempre había algo preparándose. Esa costumbre de tener siempre algo listo para comer se puede ver con ojos muy distintos a lo que pasa en la actualidad. Hace cientos de años la isla era mucho más helada y la comida servía también de abrigo, era una manera de reunirse alrededor del fuego”, comentó Fernanda Olivares, directora de Fundación Hach Saye.
Desde hace algunos años la Fundación dirigida por Fernanda está dedicada a desarrollar, proteger y fomentar la cultura Selk'nam y su territorio. Durante años se ha creído un pueblo extinto, pero, gracias al trabajo de un grupo de descendientes se ha visibilizado nuevamente. Están vivos y quieren proteger Karukinka.
“El pueblo Selk'nam, con cientos y miles de años viviendo en el mismo lugar, se subdividía en clanes familiares, por lo que era la misma zona de la isla en la que se vivía, y donde los ciclos naturales estaban más que entendidos. Había una idea de no arrasar con toda la vida de la isla”, señaló Fernanda. Había que permitir que los huevos se convirtieran en aves y que los frutos volvieran a crecer. “Se debían cuidar para las futuras generaciones, pero también para que el próximo año siguiera existiendo alimento, porque no había otro lugar de dónde extraer recursos”, reafirmó.
“Para el pueblo Selk'nam el ecosistema era uno solo, no había esta distinción que hoy hacemos, en donde separamos lo vegetal, de lo animal, de lo mineral. Se veía como un todo, donde el ser humano no estaba por sobre el medioambiente o el ecosistema, era parte del ecosistema. Así como el ser humano se alimentaba de la biodiversidad, llegaba un momento en que se convertía en alimento para esa biodiversidad. Es desde esta perspectiva, entonces, que nos necesitamos tanto, ninguno puede sobrepasar la capacidad de consumo de la naturaleza. Es necesario que, si encuentro tres huevos, me como uno y dejo dos”, comentó Hema'ny Molina, presidenta de la Corporación Selk'nam-Chile.
Guanacos, tuco tucos, cormoranes, patos, focas, ballenas varadas, mariscos y peces; todas las setas comestibles, calafates, murtillas, chauras, apios silvestres, achicorias, raíces de tubérculos, digüeñes y huevos, eran parte de la alimentación del pueblo Selk'nam, que distó bastante de ser limitada: la isla no solo ofrecía vientos fríos, extensas turberas, ríos y lagos, sino también, nutrientes del más variado tipo.
Si bien, los Selk'nam aprovechaban todo lo que la naturaleza les entregaba, lo cierto es que los animales carroñeros no eran parte de su dieta. Cóndores, águilas y zorros, cuya comida es la carne muerta, quedaban fuera del menú. ¿La razón?, existía la probabilidad de que estos animales se hayan alimentado con restos humanos.
De modo que el pueblo Selk'nam puede jactarse con creces de su variedad alimenticia. Los peces de río se capturaban con redes, mientras que, a orillas de playa, se usaban corrales de piedras semicirculares, donde, al bajar la marea, quedaban atrapados entre las rocas. Las redes, en tanto, se hacían con tendones de guanacos, que, al trenzarse unas con otras, se convertían en herramientas de pesca junto a los arpones. La caza, por otra parte, se hacía con arcos, flechas y boleadora.
En cuanto a las preparaciones, todas eran asadas. “El guanaco se cocinaba estacado abierto, a la orilla del fuego, mediante una cocción muy lenta”, explicó Hema’ny. Lo que claramente no era una opción gastronómica, sino la única manera de cocinarlos. Mientras que otros alimentos, como los hongos, se ponían en las piedras que rodeaban el fuego. Se usaba también la ceniza caliente para cocinar ciertos alimentos, como los huevos.
Eran tiempos en que no había utensilios para hacer preparaciones como las de hoy. No existían recipientes para los caldos, por ejemplo; la única opción era usar el fuego, la madera y piedras para preparar los alimentos. La carne asada nos acompaña desde hace muchos siglos en la región.
“En Tierra del Fuego hay mucho fruto que no se conoce o no se acepta como fruto. También muchos «pastos» que dejaron de usarse”, comentó Hema´ny. Esto, sin duda, representó en épocas de antaño la posibilidad de una dieta variada, rica en frutas y verduras. También es una invitación, en cierto modo, para relacionarnos de otra manera con nuestros recursos naturales: mirar la pampa desde otra perspectiva, preguntarle a la tierra qué nos quiere regalar antes aun de ser sembrada. Hay mucho que está ahí y no nos hemos detenido siquiera a ver.
“El colono llegó con una visión de sembrar lo que él conocía como alimento, no a conocer el alimento que había acá. Por eso existía esa idea de cómo vivían estos pobres pueblos en esos lugares tan inhóspito, sin comida. Acá lo que más había era comida. El colono llegó queriendo imponer una forma de vida que no era viable en esos años”, recalcó Hema´ny.
Si Tierra del Fuego tiene de todo, que ese todo se haga visible.
Que el pueblo Selk'nam se haga visible, porque sigue estando ahí.